martes, 26 de septiembre de 2017

Mensaje del 25 de septiembre de 2017

“¡Queridos hijos! Los invito a ser generosos en la renuncia, en el ayuno y en la oración por todos los que están en la prueba, y son sus hermanos y hermanas. De manera especial, les pido que oren por los sacerdotes y por todos los consagrados, para que amen con más fervor a Jesús, para que el Espíritu Santo llene sus corazones de gozo; para que testimonien el Cielo y los misterios celestiales. Muchas almas están en pecado, porque no hay quienes se sacrifiquen y oren por su conversión. Yo estoy con ustedes y oro por ustedes para que sus corazones puedan estar llenos de alegría. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

Mensaje del 2 de septiembre de 2017

“Queridos hijos, ¡quién mejor que yo puede hablaros del amor y del dolor de mi Hijo! He vivido con Él, he sufrido con Él. Durante la vida terrena he experimentado el dolor, porque fui madre. Mi Hijo amaba los pensamientos y las obras del Padre Celestial, el verdadero Dios. Y, como Él me decía, había venido para redimiros. Yo escondía mi dolor en el amor, y vosotros, hijos míos, tenéis numerosas preguntas. No comprendéis el dolor. No comprendéis que, a través del amor de Dios, debéis aceptar el dolor y soportarlo. Cada criatura de Dios lo experimentará en menor o mayor medida, pero, con la paz en el alma y en estado de gracia, la esperanza existe: es mi Hijo, Dios, nacido de Dios. Sus palabras son la semilla de la vida eterna que, sembradas en las almas buenas, producen numerosos frutos. Mi Hijo ha llevado sobre sí el dolor porque ha tomado sobre sí vuestros pecados. Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, vosotros que sufrís, sabed que vuestros dolores se convertirán en luz y en gloria. Hijos míos, mientras soportáis el dolor, mientras sufrís, el Cielo entra en vosotros. Y vosotros, dad un poco de Cielo y mucha esperanza a quienes tenéis alrededor. ¡Os doy las gracias! ”

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